Y la Semana Santa terminó en el campo, con sabor a tortilla de patata como a mí me gusta, blandita, blandita, con sabor a flores, a zumbidos de avispas, a tertulias en familia, paseos por el campo, disparar la cámara en el monte, cielos azules, desayunos con luz natural, calorcito agradable que te permite ir en manga corta, risas nocturnas en el salón, confidencias junto a los cisnes y muchas más cosas que espero poder repetir muy pronto.
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