Quizás me estoy dejando llevar, quizás es esta estación del año que me llena de luz y color el alma antes dormida por vivir todo el año entre edificios. Siempre soñando desde un rincón de mi salón, imaginando proyectos, sueños, y un lugar así. Estos días me estoy enamorando más que nunca de este pueblo, de este silencio, del arte que se respira en cada paso que doy, los olores a pueblo, a árbol, a flores... Los sonidos de los pájaros, los perros, las campanas de la iglesia, las risas de los niños jugando sin peligro en la calle, el sonido del timbre de las bicis de mis hijas mientras estoy sentada en el jardín. Sé que los inviernos aquí son muy duros pero cada vez tengo más claro que quizás mi lugar sea éste, aquí le encuentro más sentido a la vida. Quizás solamente estoy soñando de nuevo pero aquí me siento más conectada con todo, con la tierra, con el aire, con el cielo antes tan olvidado y añorado que ahora puedo ver desde cualquier punto de mi casa. Para mí esto es la felicidad. Es irme al pueblo a por flores y alucinar con el precio del ramo que me han hecho. Me compraría flores todas las semanas.
¡Feliz viernes!
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