A veces no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos, pero no quiero decir con esto que haga falta perder algo para valorarlo, sino simplemente hay que saber disfrutarlo y comprender así su gran valor. Como ayer por la tarde en la que tuvimos un ratito para nosotros solos Tirso y yo, con sus recién cumplidos 19 meses, una tarde de invierno donde sobraba el abrigo, y no las ganas de salir a la calle. Un simple columpio hizo que mi hijo estallara en carcajadas y ese momento fue nuestro momento. Como no quería olvidarlo lo retraté y quería compartirlo con vosotros. Tenía tanto dolor de cuello que solamente en esos momentos se me olvidaron los dolores.
¡Feliz comienzo de semana!